Aún no me has dejado trazar mapas entre los lunares de tu espalda para que me encuentras el día que me eches de menos, echarás de menos el sabor de mis caricias en tu cuello, el olor de mis besos en tus mejillas, la sensación de tu cuerpo en tensión porque me he acercado demasiado al lóbulo de tu oreja.
Aún no me has dejado bailar con la muerte o contigo, porque es lo mismo, al bailar matas, o eso me han dicho.
Aún no me has dejado desafinar mientras canto al compás de la melodía de tus gemidos, pero tranquilo, que me soplan por el pinganillo de mi oreja que nos queda mucho tiempo juntos.
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